Intramuros

Editorial: Mi infancia

por Beltrán Gambier

Intramuros nº 36, 2013

En este número continuamos la saga iniciada con los anteriores textos monográficos dedicados a las “autobiografías mínimas”, que tanto interés despertaron en nuestros lectores. Esta vez, a través de la escritura en primera persona sobre los recuerdos de la infancia. Cuando en 1943 Antoine de Saint-Exupéry dedica El Principito, pide perdón a los niños por hacerlo a una persona mayor. Es Léon Werth, su mejor amigo, y está padeciendo persecución. En caso de que los lectores no aceptaran las excusas, se rectifica dedicando la obra al niño que su amigo fue: “Todas las personas mayores han sido primero niños. (Pero pocas lo recuerdan.)”.

El lector podrá disfrutar de estas memorias de infancia que provocan una metafórica refutación al autor francés.

Se destacan algunas líneas comunes en ellas. Así, el mundo mágico del cine como generador de ilusión y fantasías, junto con las primeras lecturas, la vida colegial y la aparición de los primeros ídolos, marcan la formación cultural; el paisaje existencial se integra con la familia como nido afectivo y las primeras amistades. Los territorios de actuación son el barrio, sus calles y rincones. La práctica del deporte es, para algunos, uno de los primeros desafíos. No dudaría en concluir que hay coincidencia en que las experiencias de la infancia condicionan el resto de la vida de una persona.

Agradezco, por último, a todos los autores que me acompañaron en esta enriquecedora experiencia, por el cariño que entregaron en este viaje al pasado y por el valioso aporte que sus textos ofrecen.

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