Si para Christine Nöstlinger son importantes las no-normas en favor de la libertad del niño y para María Gripe lo son los secretos, testimonios de esa libertad, para Lygia Bojunga Nunes se trata de las ideas, el pensamiento y la necesidad de ser escritora.
Esos elementos, más una técnica que los cineastas llaman flash back, son una constante en su obra. Sus libros nos traen a la memoria la película Novecento, de Bernardo Bertolucci. [ 1 ] Sus personajes suelen aparecer en las primeras páginas con un presente que sólo aceptaremos o rechazaremos a plenitud en un futuro hipotético; es decir, después de habernos adentrado en la lectura de varias páginas del relato. Hasta que ello no suceda, los podremos querer, sin saber que luego los odiaremos —como ocurre con la gata angora llamada Dalva en El sofá estampado— [ 2 ] o, por el contrario, los odiamos al principio y terminamos por amarlos finalmente —como Jota Cocodrilo, en Angélica—. [ 3 ]
Esas sensaciones son propiciadas por una escritora latinoamericana permanente, conocedora del golpeado suelo que habitamos. Precisamente, hace ya varios agostos, escribí un artículo para un programa radial [ 4 ] a propósito de un curso sobre Literatura Infantil de América Latina y el Caribe dictado en Colombia por el especialista cubano Antonio Orlando Rodríguez. En dicho ensayo expresé: «La literatura escrita en América Latina suele ser triste, melancólica. No es para menos, la literatura refleja lo que son las naciones que la engendran...». Ahora lo ratifico.
No es pues gratuito entonces que en El sofá estampado aparezca la siguiente posdata enviada por una abuela a su nieto Víctor, un armadillo: «Hay muchos animales con la barriga vacía, más que con la barriga llena. No te olvides de esta injusticia antes de elegir tu profesión». [ 5 ] Sin embargo, estas preocupaciones no le impiden a Lygia Bojunga dejar de amar la vida, todo lo contrario, piensa que matar las ganas de vivir con la muerte misma es un error sin sentido, porque al otro día el cielo puede amanecer «de un bonito color azul». [ 6 ]
Es, además, una delicia saber que en la obra de la maga brasileña se encuentra un humor, «así de grande», en cualquier lugar de una página. En una ocasión, «El armadillo piensa varias veces: “si esta calle fuera mía”, pero tantas veces, que empezó a creer que era de él». Humor, pero con una idea al frente, siempre con una idea que proviene del pensamiento. Un pensamiento sin ideas es un pensamiento como el del gallo Ter-rible: cosido, sin espacio. [ 7 ] No es necesario tener muchas ideas para saber que la Bojunga sin ideas es nada. La honrada Angélica tiene un botón para abotonar las ideas. [ 8 ] En la escuela estudiaban la vida de «Los hombres que lucharon por sus ideas». [ 9 ] En sus historias es habitual que los personajes resuelvan como «compañeros» sus problemas con ideas, ésa es la idea.
El amor a su oficio y su punto de vista como escritora independiente, sin ataduras, son constantes de su obra. Eso está refrendado en un cuento suyo titulado «El trueque y la tarea» [ 10 ] aparecido en el espectacular libro Adiós, donde todos los cuentos son bebida sublime a la tristeza, a la belleza, a todo. De hecho lo ha manifestado: «Escribo todo lo que me da la gana». [ 11 ]
Es cierto, escribe lo que le da la gana dándole vida a todo, al fin y al cabo para ella «el libro significa vida». [ 12 ] En ellos la noche se mete en el pensamiento de un conejo —como sucede en Los compañeros, su primer libro—, no es el conejo quien mete la noche en su pensamiento, es ella quien se mete; «Los brazos se levantan para decir adioses», no son los individuos quienes los levantan, ellos lo hacen por sí solos. Esos mínimos ejemplos muestran que su obra más que objetos, contiene seres impregnados de vida y escritura empapada de poesía.
Lygia en intervalos
Lygia Bojunga Nunes nació en 1932, bajo el sigo Virgo, en la ciudad brasileña de Pelotas. Se trasladó a Río de Janeiro, en compañía de sus familiares, cuando tenía 8 años. En esa ciudad se matriculó en la carrera de Medicina cuando tenía 19 años de edad.
«¡Hola Guillermo!
El otro día me fijé en el mapa para ver donde está Pelotas. ¡Jo! Cómo quedamos lejos de repente, ¿eh? no se me había ocurrido que Pelotas estuviese allí, tan al final de Brasil.» (El bistec y las palomitas).
Un acontecimiento imprevisto cambió el curso de su destino. En esa época se presentó a una convocatoria para ingresar en el teatro Duse y obtuvo el primer lugar en la audición. Así comenzó la car-rera de Lygia como actriz. Después de su incursión en el mundo del teatro, conoció la televisión; en ese medio no sólo actuó, sino que también escribió guiones y adaptó y tradujo piezas teatrales. El deseo de escribir literatura llegaría más tarde.
«La vida de teatro me oprimía mucho. No tengo vocación para ella. Siento amor, pero no vocación. Soy una persona de temperamento muy recogido y me gusta tener periodos de vida muy quieta, de soledad. Eso es incompatible con el ritmo del teatro. Yo no tengo dificultad para comunicarme con todos, pero a veces me sentía infeliz de tener que depender de otras personas. Entonces dejé la actuación y comencé a escribir para la televisión. Un buen día me dije: “voy a experimentar, voy a tratar de hacer un libro para niños”, y ahí comenzó esta otra historia.» (Lygia Bojunga Nunes).
En 1964, en compañía de su esposo Peter, abandona la ciudad y se instala en una zona montañosa de Río. Allí creó y mantuvo, durante cinco años, una escuela rural llamada TOCA.
«A la profesora le gustaba ver a la clase contenta; apenas entraba en el aula, contaba algo delicioso. Después abría la cartera y escogía el paquete del día. Tenía paquetes muy pequeñitos, medianos, grandes; tenía paquetes envueltos en papel de seda, metidos en bolsitas de plástico; tenía paquetes de todos los colores; no era casual que la cartera quedara así de gorda.» (La casa de la madrina).
Seguramente ese contacto directo y cotidiano con los niños la impulsó a escribir; así, en 1971 aparece el libro que da inicio a su trayectoria como autora literaria, la novela Los compañeros. Con él gana el concurso de Literatura Infantil convocado por el Instituto Nacional del Libro de Brasil. Una vez publicado, el libro obtuvo también el premio Jabuti, que concede la Cámara Brasileña del Libro. En ésta obra emplea un recurso que seguirá utilizando en la mayoría de sus narraciones: el antropomorfismo, es decir, la técnica de atribuir comportamientos humanos a animales y objetos.
«Cuando los compañeros se acostaron ya era muy tarde. Tiriña pensó: “dentro de poco será la madrugada, pero no tendré que salir a revolver los cubos de basura. ¡Qué bien!”.» (Los compañeros).
Cuatro años después da a conocer Angélica, obra ganadora del Premio al Mejor Libro para Niños de 1975 otorgado por la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil (FNLIJ) y también del Gran Premio de la Asociación Paulista de Críticos de Arte.
«Angélica sabía música, sabía leer y escribir, hasta poesía sabía hacer.» (Angélica).
Su libro El bolso amarillo recibe, en 1976, el premio de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil (FNLIJ)
«El gallo terrible, peleó 133 veces y perdió tres.» (El bolso amarillo).
Su libro La casa de la madrina recibe, en 1978, el premio de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil (FNLIJ)
«Al día siguiente, en cuanto llegó al jardín zoológico, don Joca fue a mirar al pavo real (solía decir que, para curar la tristeza, la gente debe mirar cosa bonitas).» (La casa de la madrina).
En 1979 entrega La cuerda floja, su quinta novela. Publicada ese año, la narración constituye un hito en su obra. Se trata del primer relato en el que únicamente se enfrenta con personajes humanos y representa una profundización de la investigación de los procesos psicológicos expresados en forma simbólica. En esta narración, María, la protagonista, emprende un viaje al interior de sí misma y trata de recomponer su vida interior, transmitiendo la idea de que la vida es un proyecto que debe ser trazado por cada ser humano. En esta historia, Lygia muestra además una gran maestría para desarrollar personajes y caracterizarlos a través de los diálogos. Capacidad que refrenda posteriormente en el libro de cuentos titulado Adiós.
«Barbuda ha dejado a María en casa de su abuela. Luego la llama por teléfono a despedirse porque se van de correría por otras ciudades con el circo. En el teléfono público hay cola, Barbuda ya gastó las dos fichas que tenía para la llamada. María nunca hablaba pero ahora se está desahogando:
—¿María? Dime, hijita, ¿qué es lo peor que no me has dicho?
—Es que ella da la clase con el pie encima del perro.
—¿Encima de qué? Habla más alto.
—Del perro.
—¿De qué?
—De un PERRO que se queda bajo la mesa cuando da la clase. Dice que a él le gusta.
—¿Qué es lo que le gusta?
—Que le ponga el pie encima
—Si, pero, ¿y qué pasa?
—Es que la mesa es pequeña. Y el perro es enorme. Y se despatarra. Y termina siempre por haber un trozo de perro bajo mi silla. No puedo mover el pie sin que, ale, tropiece con él. Y basta rozarle un poquito para que se levante de un salto y empiece a ladrar con una voz ronca, que tendrías que oír. Me muero de miedo.
—Pero ¿solamente porque ladra, hijita?
—Es que ladra así para delante, como si fuera a morder.
—¿Y la profesora no dice nada?
—Hace Chisss solamente. Y estoy pensando todo el tiempo dónde voy a poner el pie.
Barbuda se quedó preocupada: ¿Cómo va la niña a entender la lección si no tiene un sitio donde poner el pie tranquila?
—Oye, María, ¿has hablado con la abuela?
—Sí, le hablé, Le dije que tenía miedo del perro.
—¿Y qué dijo ella?
—Dijo que eran tonterías mías.
—Habla entonces con don Pedro.
—Llega muy tarde a casa, no puedo. ¿Qué hago, Barbuda?
—Espera un poco, déjame pensar un poquito.» (La cuerda floja).
El sofá estampado publicado en 1980, la hace acreedora de los premios de la Fundación Nacional del Libro Infantil y Juvenil y de la Asociación Paulista de Críticos de Arte. En esta narración muestra una estructura de composición atrevida, con juegos espacio-temporales muy distantes de la estructura lineal tan común en la literatura para niños.
«El armadillo Víctor, furioso por la actitud de su novia, una gata angora llamada Dalva, cavó un hoyo tan profundo que fue a parar al tiempo en que todavía era un armadillo niño.
Víctor volvió al pasado un martes por la mañana. Las vacaciones habían terminado hacía poco y tenía que tomar su segundo curso.» (El sofá estampado).
Con apenas seis libros publicados, recibe, en 1982, el galardón más preciado de la literatura infantil y juvenil en el mundo: el Premio Hans Christian Andersen. Es de anotar que ya había sido postulada en 1980.
Por primera vez, en sus 25 años de existencia, dicho galardón, considerado el Nobel de la literatura infantil y juvenil, recayó en una autora de un país en vías de desarrollo.
«Es una de los autoras más originales que hemos tenido oportunidad de leer. Tiene un lenguaje absolutamente propio, que atrapa al lector. En cada frase entrega un mensaje subyacente. La riqueza de sus metáforas es admirable, así como su dominio técnico en la elaboración de la narrativa y en la perfecta fusión de lo individual y social. Ninguno de los otros autores postulados presenta tantas condiciones para contribuir de manera duradera a la literatura infantil, ni tanta capacidad de influir sobre otros. Estamos delante de algo absolutamente nuevo. Profundamente fiel a las fuentes brasileñas, tiene una resonancia universal. [...] Va a ser un clásico mundial.» (Acta del Tribunal Premio Hans Christian Andersen).
Tres años después de ganarse el Premio Andersen, Nunes publica un nuevo libro. Se trata de 7 cartas e 2 sonhos. Fue un texto creado a solicitud de Berlendis y Vertecchia Editores, para acompañar las reproducciones de obras de Tomie Ohtake, pintora brasileña de origen japonés.
Posteriormente, logra crear una nueva versión que se publica en España en 1985 y en Alemania en 1986, con el título de Mi amigo el pintor. En Brasil es publicada en 1987. La propia Lygia la adaptó para el escenario. Una vez montada recibió el Premio Molière de autor, uno de los más importantes galardones otorgados en Brasil en el campo del arte dramático.
«La obra presenta conflictos de gran dramatismo mediante un poético y eficaz “tono menor”. En Mi amigo el pintor se pone de relieve la voluntad de Bojunga Nunes de reflexionar sobre los sentimientos y valores que inducen la conducta del individuo contemporáneo, así como su propósito de retar la inteligencia y la imaginación de los lectores, sean éstos grandes o chicos.» (Sergio Andricaín).
Los libros de Lygia Bojunga han sido traducidos al inglés, francés, alemán, español, sueco, noruego, danés, finés, islandés, vasco, hebreo, italiano, checo, búlgaro, gallego y catalán.
«No soy rápida para escribir, ni para nada. La elaboración de cada libro es un proceso muy lento. Detesto la rapidez, soy lenta para todo. ¡Incluso escribo a mano! No me gustan los ordenadores, prefiero tocar las palabras, palparlas, manosearlas sin prisa.» (Lygia Bojunga Nunes).
Aparte del humor presente en todas las historias de Lygia, en las metáforas que utiliza, en la caracterización de los personajes y en su visión crítica del mundo, en sus relatos emplea además un lenguaje coloquial mediante el que recrea el universo verbal en el cual se insertan los niños y jóvenes. De ese modo logra ponerlos en contacto con toda la riqueza de su propia lengua.
María Antonieta Cunha ha dicho que Lygia, al cuestionar la ideología burguesa, opta por el uso de la lengua en sus formas más genuinas y menos valoradas. Y echa por tierra el (pre) concepto de que la lengua de la clase dominante es la única generadora del discurso literario. La autora brasileña lo corrobora cuando dice: «Desde mi primer libro vengo buscando lo coloquial, la oralidad. Fue esa manera la que escogí para —entre varias que existen— vestir mi literatura. Cada vez que yo percibo (¡y con cuánta frecuencia lo percibo!) mi escritura contando una cosa de modo diferente de como se contaría en una conversación casera, vuelvo atrás, empiezo de nuevo y experimento otra vez. Diez, veinte, cien veces. Mi paciencia para jugar con las palabras no tiene límites.»
Según Rosa María Cuba Riche, «Las obras de la Bojunga crean sus propios lectores, escapan del rótulo de literatura de masas y no dan prioridad al argumento externo sino al mismo acto de escribir; se inscriben en la literatura de la diferencia, asociada a una cultura de resistencia, que une los tiempos en una visión en que el horizonte final del texto no consiste en hallar un sentido único sino en la posibilidad de una interpretación polisémica que involucre al lector. Con esos recursos construye relatos impregnados de fantasía, pero basados en elementos tomados de la realidad, con el objetivo de discutir los comportamientos sociales, fruto de la ideología dominante sin, no obstante, dejar de lado la función lúdica de la literatura».
«Un día, sin embargo, le dijeron que no podía andar sin rumbo
—No voy sin rumbo, estoy descubriendo las cosas —dijo él.
—No puedes vivir así: tienes que ir a la escuela, para aprender a leer y escribir.
Y entonces allá fue.
Apenas entró en la clase les dijo ¡hola! a los compañeros y se puso a mirar a todo el mundo con atención para ver de quién se haría amigo.» (Angélica).
Para Eliana Yunes, critica brasileña, la organización narrativa de la obras de Lygia enuncia un ejercicio de metalenguaje cada vez más deliberado, con una reflexión sobre el quehacer literario dentro de la propia ficción, rompiendo temática y formalmente con las restricciones de un género que ha sido considerado como menor. Lygia, en efecto, es una autora que no hace concesiones. Tal vez por ello su obra no cese de transformarse y de sorprender.
«Un día, me dio por transformar cosas pequeñas;
transformaba un dolor en coma;
convertía un alivio en signo de exclamación;
transformaba una esperanza en interrogación.
Me gustó. Me sentí medio hechicera.
Escribí veintiséis libros.» (El trueque y la tarea).
Vera María Tietzmann Sillva dice: «La obra de Lygia Bojunga tiene dos fases: la luminosa y la cenicienta: en la fase luminosa, se privilegia el lado mágico de la vida. La casa de la madrina de Alexandre, la bolsa de Raquel y sus contenidos, el caballo Ah son ejemplos de ello. En la fase cenicienta al contrario, prevalece el lado trágico, como se ve en el abandono de la madre, en el suicidio del amigo el pintor. En la fase luminosa, la iniciación es para la vida, para el amor, la sexualidad y la independencia, (como en los cuentos de hadas). En la fase cenicienta, la iniciación es para el enfrentamiento del dolor, del sufrimiento y de la muerte. La primera se puede tomar como la visión de la inocencia y la otra sería la visión de la experiencia».
«No hay reglas fijas. Cada libro es una aventura nueva, una experiencia diferente. Suele ocurrir que todo empiece cuando un personaje aparece y se impone con mucha fuerza: llega, se mete en mi casa sin pedir permiso, entra en mi vida de una forma un tanto desconsiderada.» (Lygia Bojunga Nunes).
Lygia Bojunga dijo en una ocasión: «Para mí, el libro significa vida; desde muy pequeña los libros me dieron casa y comida. Así fue. Yo jugaba a que era constructora, el libro hacía de ladrillo; de pie, hacía de pared; acostado hacía de gradas de escalera; inclinado y apoyado sobre otro hacía de tejado. Y cuando la casa quedaba lista yo me escurría para jugar a vivir en el libro».
«Me encanta cuando los niños se me acercan y me hablan sobre algo que escribí, cuando discuten conmigo sus ideas de un libro. Me encanta cuando lo que escribo logra llegar a ellos. Pero el “estigma” de autora para niños, aparta de mis libros a otros lectores que podrían conocerlos. Por favor, no quiero que digan que yo escribo para niños, pues entonces los grandes no me van a leer.» (Lygia Bojunga Nunes).
El último gran reconocimiento lo obtiene en el 2004. A la postre, el premio más importante de la literatura infantil y juvenil concedido por gobierno alguno: el premio sueco Astrid Lindgren, instituido en el año 2002 y que ya le había sido concedido a la autora austriaca Christine Nöstlinger y al escritor e ilustrador norteamericano Maurice Sendak. Muy significativo este hecho habida cuenta de que en la actualidad Lygia Bojunga obtiene un galardón mundial por encima de muchos otros autores de prestigio universal que hoy, como ella, tienen en su haber el premio Hans Christian Andersen.
«Lygia Bojunga disuelve fácilmente las fronteras entre la fantasía y la realidad de una forma tan vertiginosa como la de un niño saltando. En su obra reúne de una forma profunda y original la sonrisa, la belleza poética y un humor absurdo, realzando la libertad, la crítica social y una fuerte solidaridad con los niños desprotegidos. Además, con una sensibilidad psicológica afinada, deja a los lectores entrar directamente en los sueños y fantasías que sus personajes usan para sobrevivir.» (Acta del fallo del Jurado del Premio Astrid Lingrend 2004).
La meta de la autora
Estamos frente a una autora que convierte todo lo que hace y escribe en deleite. De una inmensa capacidad artística, en especial literaria, que aviva al más escéptico a que la premie, al igual que ella nos premia, de manera constante y con la paciencia de relojero, cada vez que nos acercamos a sus historias y paseamos por sus páginas de la mano de Dalva, Alexandre, Jota Cocodrilo, Víctor, Angélica, Guillermo, Tiriña, Claudio, Don Joca, Barbuda, María, Rafaela, Rebeca y el gallo Terrible, entre otros seres mágico-reales.
Gracias por existir y por la vigencia de su obra. Una obra que dignifica, a todas luces, a la literatura infantil y juvenil, tan venida a menos en estos apresurados y desafortunados tiempos de escritores-máquinas.
Bienvenida sea su presencia, sus reconocimientos y la confusión que suele tener con las palabras libro y libre. La meta está alcanzada tal como lo expresara en el discurso que pronunció al recibir el premio Andersen: ha logrado expresarse a sí misma resucitando la imaginación dormida de nosotros los lectores, hemos sido tocados por la vara mágica de una maga brasileña, por la magia de escribir.
*Luis Bernardo Yepes Osorio es bibliotecólogo colombiano egresado de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, institución de la que ha sido profesor. Es, además, especialista en Gestión Pública de la Escuela Superior de Administración Pública-Universidad del Estado, ESAP. Actualmente, coordina el área de Fomento de la Lectura del Departamento de Cultura y Bibliotecas de COMFENALCO Colombia y adelanta un doctorado en la Universidad Carlos III de España. Como consecuencia de éste se encuentra desarrollando una investigación en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Peñaranda de Bracamonte.
Bibliografía consultada
Andricaín, Sergio, reseña de Mi amigo el pintor en Cuatrogatos 2, abril-junio, 2000.
Bojunga Nunes, Lygia, Discurso al recibir el premio Andersen en Cuadernos de Pedagogía 96, 1982. pp. 76-79.
Bojunga Nunes, Lygia, «El libro: un trueque», en Cuenta que te Cuento, Revista Latinoamericana de Literatura Infantil. San José, vol.1 (1992); p. 79.
Bojunga Nunes, Lygia, «Víctor», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio 1995, p. 43.
«Lygia Bojunga Nunes», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio 1995, p. 32.
Mora, Luisa, «Lygia Bojunga Nunes», en Educación y Biblioteca 40, octubre de 1993, pp. 18-19.
Rodríguez, Antonio Orlando, «La nar-rativa de Lygia Bojunga Nunes», en Amigos del Libro 43-44, enero-marzo de 1999, pp. 23-26.
Rodríguez, Antonio Orlando, «Entrevista a Lygia Bojunga Nunes», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio 1995, pp. 44-46.
Rodríguez, Antonio Orlando, Panorama histórico de la literatura infantil en América Latina y el Caribe, Bogotá: CERLALC, 1994. p. 125.
Sandroni, Laura, «Lygia Bojunga Nunes, de la actriz a la escritora», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio 1995, p. 34.
Tietzmann Silva, Vera María, «La ambivalencia del mar en Lygia Bojunga Nunes», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio 1995, pp. 35-42.
Yunes, Eliana, «De lector a autor: la obra literaria de Lygia Bojunga Nunes», en Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil 1, enero-junio de 1995, p. 33.
Bibliografía de la autora en España y América Latina
A bolsa amarela, Río de Janeiro: Agir, 1986.
A bolsa amarela. Vigo: Galaxia, 1991.
A casa da madrina, Río de Janeiro: Agir, 1986.
A casa da madriña, Vigo: Galaxia, 1990.
Adéu, Barcelona: Aliorna, 1987.
Adiós, Madrid: Alfaguara, 1987.
Angelica, Río de Janeiro: Agir, 1985.
Angélica, Bogotá: Norma, 1995.
Colegas(os), Río de Janeiro: J. Olympio, 1984.
Corda bamba, Río de Janeiro: Agir, 2001.
Corda fluixa, Barcelona: Joventut, 1986.
El bolso amarillo, Madrid: Espasa-Calpe, 2000.
El sofá estampado, Madrid: Espasa-Calpe, 1985.
Els companys, Barcelona: Joventut. 1985.
Juntos los tres, Madrid: Alfaguara, 1989.
La bossa groga, Barcelona: Joventut, 1986.
La cama, Bogotá: Norma, 2002.
La casa de la madrina, Madrid: Alfaguara, 1983.
La casa de la padrina, Barcelona: Joventut, 1986.
La cuerda floja, Madrid: Alfaguara, 1982.
Los compañeros, Madrid: Espasa-Calpe, 1984.
Meu amigo pintor(o), Río de Janeiro: J. Olympio, 1988.
Mi amigo el pintor, Bogotá: Norma, 1989.
Nós três, Río de Janeiro: Agir, 1987.
O sofa estampado, Río de janeiro: J. Olympio, 1987.
Poltsa horia, San Sebastián: Elkar, 1988.
Seis veces Lucas, Bogotá: Norma, 1995.
Seis vezes Lucas, Río de Janeiro: Agir, 1996.
Tchau, Río de Janeiro: Agir. 1986.