Melómano

Editorial: Melómano publica su número 150

Melómano nº 150, Febrero 2010

 

Melómano publica su número 150. Parece que fue ayer cuando presentamos el número 1, con Teresa Berganza en la portada, aquel 21 de junio de 1996. Ya comienza la andadura de nuestro decimoquinto año funcionando y desde entonces han pasado muchas cosas, la mayor parte muy buenas; algunas, no tanto. No nos ha parecido necesario celebrarlo de ninguna forma especial. Este número de febrero de 2010 sigue la línea que nos hemos marcado desde aquellos inicios y esta es la mejor celebración posible. Nuestra reciente encuesta a los lectores nos señala una aceptación masiva, casi unánime del camino elegido; las puntuaciones otorgadas a las diferentes secciones de la revista raramente bajan de un 8 sobre 10 y las sugerencias para suprimir o incorporar secciones son mínimas, resultando demasiado sectoriales o especializadas las pocas que hemos recibido.

¿Y cuál es esa línea, tan elogiada por nuestros miles de lectores y tan criticada por algunos sectores muy minoritarios de "entendidos de toda la vida"? En la página editorial del mencionado número 1 se dejaba bien claro, y cito textualmente: "una revista amena desde la seriedad o, si lo desean, seria desde la amenidad", "...con el objetivo claro de acercarnos al más amplio abanico imaginable de lectores, con un único requisito: que la música clásica forme de alguna manera parte de su vida...desde el estudioso, el estudiante y el profesional, hasta el oyente de radio o de discos...el aficionado a los teatros de ópera, a las salas de concierto... y, por supuesto, todos aquellos miles de personas que empiezan a acercarse tímidamente al fenómeno de la música clásica con la intuición de que en ella se encierra todo un mundo de mágicas sensaciones". No cabe duda de que el mundo ha cambiado mucho en estos quince años. Aquellos miles de melómanos potenciales son hoy los melómanos bien informados y conocedores de la realidad musical. Nuestro país se ha consolidado en lo que a infraestructuras musicales se refiere, aunque haya mucho camino que recorrer todavía y el público ha crecido exponencialmente, aunque los tiempos de crisis también se dejen notar en este aspecto. Los estudiantes de entonces son los maestros o los profesionales de ahora y los estudiantes de ahora tienen oportunidades que entonces no podíamos soñar, a pesar de que sigamos sin poder estudiar música en la universidad, como nos indica la entrevista al Ministro de Educación en la sección "Enseñanzas Musicales" del presente número. Quines antaño compraban discos desaforadamente, ahora recurren a Internet para escuchar música y las compañías discográficas han desaparecido prácticamente del panorama en lo que a música clásica se refiere. Algunas valientes iniciativas se mantienen a duras penas gracias a su imaginación pero las grandes EMI Classics, BMG, Sony, Warner, etcétera, brillan por su ausencia en un mercado que ha dejado de existir o, más bien, busca otros caminos para su existencia. Actualmente, los artistas graban discos no para venderlos sino como una actividad de promoción, una tarjeta de visita.

Todos esos cambios también han afectado a nuestra forma de hacer las cosas, como editorial, con el paso de los años. Si nos mantenemos fieles a la línea divulgativa y amena, lo hacemos después de adaptarnos a los tiempos que corren, a las necesidades y sugerencias del sabio lector y de este modo, las diferentes secciones de Melómano mantienen su eterno afán de potenciar y promocionar a los artistas españoles con especial atención a los jóvenes, que son quienes precisan más ayuda en su promoción, de dar prioridad informativa a la actividad musical de nuestro país (que es rica, variada y de gran calidad) y de atender como corresponde la actualidad mundial. Hace años fuimos pioneros al poner en la red nuestro Melómano Digital en www.orfeoed.com y ahora volvemos a estar a la cabeza, en lo que a nuevas tecnologías se refiere, haciendo posible la lectura de nuestra revista en libro electrónico, e-book para los anglófilos. Personalmente, me gusta el papel más que leer en una pantalla, aunque también reconozco que talaremos menos árboles cuando el papel tienda realmente a desaparecer. Conservo, como tantos otros melómanos, mi gran colección de vinilos, aunque la de cedés sea mucho más numerosa; quizás, para cuando queramos lanzar el número 500 de Melómano ya no lo haremos en papel o, quizás, mantengamos abiertos todos los formatos posibles para dar gusto al mayor número posible de lectores. Ustedes decidirán.

 

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